26 abril 2010
Me río de House
Ni lupus ni enfermedad autoinmune. Basta una semana en el hospital para aprender en los pasillos los diagnósticos más acertados de boca de los familiares de los enfermos.
Por ejemplo, "le han operado de la aórtica. Como la tenía entaponá le han hecho un cateterismo para desostuirla". Tal cual. Ni más ni menos. Y después dicen que no se entiende a los médicos.
Por ejemplo, "le han operado de la aórtica. Como la tenía entaponá le han hecho un cateterismo para desostuirla". Tal cual. Ni más ni menos. Y después dicen que no se entiende a los médicos.
Las grupis cuarentonas
Las grupis también envejecen, o mejor dicho, envejecemos.
Este fin de semana, 15 años después, he vuelto a ver a Sergio Dalma en concierto. La última vez que lo vi en directo fue en Madrid, con 15 años, después de cuatro horas haciendo cola junto al palacio de los Deportes para estar en primera fila, achuchada contra la valla, desgañitándome como si me fuera la vida en cantar sus canciones que reconocía con escuchar solo el primer acorde.
Ahora, 15 años después, hemos llegado al concierto cinco minutos antes de que empezara, buscando nuestro asiento y compartiendo fila con señoras que gritaban "Estás como un queeeesoooo", "tío buenooooo" mientras se reían con sus amigas como si hubieran dicho lo más picarón del mundo.
Antes, nos peleábamos por estar lo más cerca posible del escenario. Ahora, porque la de delante no se levantara de su asiento. Antes, siempre había alguna fan lipotímica a la que Protección Civil se llevaba desmallada en brazos nada más empezar el concierto. Ahora, esperaban con una silla de ruedas al final para sacar a alguna señora a la que le fallaban las piernas (por la edad no por la emoción)
Antes el escenario estaba altísimo, con un foso repleto de seguratas que vigilaban para que a ninguna se le ocurriera una locura. Ahora, una valla minúscula separaba los asientos del escenario y los miembros de seguridad se podían contar con los dedos de una mano. Al fin y al cabo, ¿quién iba a tener la agilidad suficiente para saltar un metro y medio cual ninja geriátrico? Es más, ¿aunque alguna atlética señora consiguiera el reto, qué le iba a hacer al pobre cantante? ¿Achucharle los carrillos?
Antes nos volvíamos locas por darle lo más rápido posible a nuestro dedo gordo para pasar el carrete de la cámara compacta Kodak y hacer una foto que, al revelarla, no era más que un manchurrón negro con alguna que otra silueta de una mano y un puntito al fondo que interpretábamos, en un acto de fé, como Sergio Dalma. Ahora, nada más apagarse las luces, los románticos mecheros han quedado sustituidos por las pantallas de las cámaras digitales con las que nos acercamos hasta verle la última arruga al cantante, grabamos vídeo, ponemos la foto en sepia y por poco nos imprimimos un póster.
¿Cómo serán estos conciertos en 15 años? ¿Sustituirán las cervezas por goteros? ¿Se distribuirán pastillas para la tensión entre las fans? En 15 años os cuento.
Este fin de semana, 15 años después, he vuelto a ver a Sergio Dalma en concierto. La última vez que lo vi en directo fue en Madrid, con 15 años, después de cuatro horas haciendo cola junto al palacio de los Deportes para estar en primera fila, achuchada contra la valla, desgañitándome como si me fuera la vida en cantar sus canciones que reconocía con escuchar solo el primer acorde.
Ahora, 15 años después, hemos llegado al concierto cinco minutos antes de que empezara, buscando nuestro asiento y compartiendo fila con señoras que gritaban "Estás como un queeeesoooo", "tío buenooooo" mientras se reían con sus amigas como si hubieran dicho lo más picarón del mundo.
Antes, nos peleábamos por estar lo más cerca posible del escenario. Ahora, porque la de delante no se levantara de su asiento. Antes, siempre había alguna fan lipotímica a la que Protección Civil se llevaba desmallada en brazos nada más empezar el concierto. Ahora, esperaban con una silla de ruedas al final para sacar a alguna señora a la que le fallaban las piernas (por la edad no por la emoción)
Antes el escenario estaba altísimo, con un foso repleto de seguratas que vigilaban para que a ninguna se le ocurriera una locura. Ahora, una valla minúscula separaba los asientos del escenario y los miembros de seguridad se podían contar con los dedos de una mano. Al fin y al cabo, ¿quién iba a tener la agilidad suficiente para saltar un metro y medio cual ninja geriátrico? Es más, ¿aunque alguna atlética señora consiguiera el reto, qué le iba a hacer al pobre cantante? ¿Achucharle los carrillos?
Antes nos volvíamos locas por darle lo más rápido posible a nuestro dedo gordo para pasar el carrete de la cámara compacta Kodak y hacer una foto que, al revelarla, no era más que un manchurrón negro con alguna que otra silueta de una mano y un puntito al fondo que interpretábamos, en un acto de fé, como Sergio Dalma. Ahora, nada más apagarse las luces, los románticos mecheros han quedado sustituidos por las pantallas de las cámaras digitales con las que nos acercamos hasta verle la última arruga al cantante, grabamos vídeo, ponemos la foto en sepia y por poco nos imprimimos un póster.
¿Cómo serán estos conciertos en 15 años? ¿Sustituirán las cervezas por goteros? ¿Se distribuirán pastillas para la tensión entre las fans? En 15 años os cuento.
15 mayo 2009
Plataforma por la masificación en las aulas
Desde la plataforma por la masificación en las aulas y en contra de la ESO reclamamos y apoyamos las clases de 40 alumnos por los valores educativos, convivenciales y formativos que encerraban en sí mismas.
En una clase de 40 alumnos se aprendía el valor del término calor humano. ¿A caso no recordáis la clase de naturales (actualmente conocimiento del medio) de después del recreo o la de lengua que seguía a la de gimnasia (que no de educación física como le dicen ahora)?
En esas aulas, a la hora de salir al patio, se experimentaba el comportamiento sociológico de las masas, extrapolable en la vida misma a situaciones como el vagón del metro, la entrada a un campo de fútbol, a un concierto… Ninguno de nosotros es agorafóbico, ¿a que no?
Con 40 compañeros contribuíamos en los cumpleaños a mantener la industria caramelística. ¿Cómo va a ser igual una bolsa con 40 sugus que una con 25?
Hoy nos quejamos si hay 27 niños por aula, si solo tienen un ordenador por cada dos, si hacen repetir a nuestros hijos, si no hay psicólogos en los centros… El resultado: Una generación que empieza el instituto sin saber si el Miño es un río o un futbolista brasileiro.
En una clase de 40 alumnos se aprendía el valor del término calor humano. ¿A caso no recordáis la clase de naturales (actualmente conocimiento del medio) de después del recreo o la de lengua que seguía a la de gimnasia (que no de educación física como le dicen ahora)?
En esas aulas, a la hora de salir al patio, se experimentaba el comportamiento sociológico de las masas, extrapolable en la vida misma a situaciones como el vagón del metro, la entrada a un campo de fútbol, a un concierto… Ninguno de nosotros es agorafóbico, ¿a que no?
Con 40 compañeros contribuíamos en los cumpleaños a mantener la industria caramelística. ¿Cómo va a ser igual una bolsa con 40 sugus que una con 25?
Hoy nos quejamos si hay 27 niños por aula, si solo tienen un ordenador por cada dos, si hacen repetir a nuestros hijos, si no hay psicólogos en los centros… El resultado: Una generación que empieza el instituto sin saber si el Miño es un río o un futbolista brasileiro.
19 febrero 2009
Pepis a la braza
Qué miedo me da este bar. Me imagino a todas las Pepis con la bata de guatiné celeste o rosa chicle, los rulos con redecilla y las zapatillas de cuadros tomándose un martini con aceitunas.... Pues sí señores. Esta es su sede, el Pepi´s Bar, que además se encuentra, nada más y nada menos, que en la capital del glamour y de la moda: Roma. Anda y que no.
Y de Roma nos volvemos a la madre patria, nada más y nada menos que a Jimena de la Frontera donde las carnes no se cocinan a la brasa, si no a la braza. Quizás el cocinero se meterá en la piscina con los solomillos para ponerlos blanditos.¿Será ese el secreto?
Y de Roma nos volvemos a la madre patria, nada más y nada menos que a Jimena de la Frontera donde las carnes no se cocinan a la brasa, si no a la braza. Quizás el cocinero se meterá en la piscina con los solomillos para ponerlos blanditos.¿Será ese el secreto?
22 diciembre 2008
Los Yoistas
Yoista: "Dícese de aquella persona que utiliza el pronombre de primera persona del singular en una conversación más veces que la letra A"
Seguro que en todos los grupos hay un "yoista". Más allá de la definición científica el yoísta es, desde el punto de vista práctico, esa persona que para todo tiene una anécdota. Que tú dices que te has caído y te has roto una pierna, pues el yoísta se cayó el año pasado y se rompió el tobillo, el hombro y la pierna y si no se cayó él lo hizo su suegra.
Que tú te resfrías, pues el yoísta acaba de atravesar una gripe mortal que le ha obligado a utilizar hasta los aerosoles.
Que te ascienden en el trabajo.... Pues el yoísta desempeña una labor mucho más importante que tú aunque sea el encargado de echarle la sal a las patatas del Mc Donald y tu seas técnico nuclear. ¡A ver que le importa más a la gente, que las mc papas estén en su punto o que hayas conseguido aislar un átomo?
Pero sin lugar a dudas, lo que más le gusta a un yoista, es instruir. Los consejos gratuitos que sientan cátedra son la especialidad de este tipo de personas a los que la vida les cunde más que al resto.
Si se te ocurre plantear una duda sobre tu futuro laboral el yoista rápidamente te asesorará con algo parecido a esto: "Pues en mi máster del universo he aprendido a manejar herramientas que optimizarían tu productividad". Y eso por no hablar del tan odiado: "Deberías hacer como yo. El futuro está en mi disciplina".
Aaaaaarrrrgggggg. (¿A que sabes a lo que me refiero?)
Otra característica del yoista es su carácter prolífico. A lo largo de su vida (no importa que sea corta o larga), ha trabajado con los mejores de toda la disciplina, desde la psicología al deporte pasando por la ciencia o la política. Y todo eso mientras tú luchabas, en exclusiva durante cinco años, por sacarte una simple licenciatura de mierda que es a donde me gustaría mandar a alguno que otro.
¿A ti no?
Seguro que en todos los grupos hay un "yoista". Más allá de la definición científica el yoísta es, desde el punto de vista práctico, esa persona que para todo tiene una anécdota. Que tú dices que te has caído y te has roto una pierna, pues el yoísta se cayó el año pasado y se rompió el tobillo, el hombro y la pierna y si no se cayó él lo hizo su suegra.
Que tú te resfrías, pues el yoísta acaba de atravesar una gripe mortal que le ha obligado a utilizar hasta los aerosoles.
Que te ascienden en el trabajo.... Pues el yoísta desempeña una labor mucho más importante que tú aunque sea el encargado de echarle la sal a las patatas del Mc Donald y tu seas técnico nuclear. ¡A ver que le importa más a la gente, que las mc papas estén en su punto o que hayas conseguido aislar un átomo?
Pero sin lugar a dudas, lo que más le gusta a un yoista, es instruir. Los consejos gratuitos que sientan cátedra son la especialidad de este tipo de personas a los que la vida les cunde más que al resto.
Si se te ocurre plantear una duda sobre tu futuro laboral el yoista rápidamente te asesorará con algo parecido a esto: "Pues en mi máster del universo he aprendido a manejar herramientas que optimizarían tu productividad". Y eso por no hablar del tan odiado: "Deberías hacer como yo. El futuro está en mi disciplina".
Aaaaaarrrrgggggg. (¿A que sabes a lo que me refiero?)
Otra característica del yoista es su carácter prolífico. A lo largo de su vida (no importa que sea corta o larga), ha trabajado con los mejores de toda la disciplina, desde la psicología al deporte pasando por la ciencia o la política. Y todo eso mientras tú luchabas, en exclusiva durante cinco años, por sacarte una simple licenciatura de mierda que es a donde me gustaría mandar a alguno que otro.
¿A ti no?
14 noviembre 2008
Encarnita se aprincesa
Sí señores. Ha llegado el momento. Encarnita tiene que dejar los vaqueros y aprincesarse. La ocasión lo merece. Nos vamos de bodorrio.
Con la idea de un vestido largo con la espalda al aire en mente, Encarnita pone rumbo a la Cañada para buscar la preciada prenda. Después de ver 200 mil millones de tiendas recala en la última esperanza. Tiene pinta de cara, pero bueno... Por probarte no te cobran.
Entre bambulas, pedrerías y gasas Encarnita busca su vestido. No le gusta ninguno. Al final decide darle una oportunidad a dos.
En el probador, Encarnita se mete el vestido por la cabeza, se baja los pantalones hasta los tobillos e intenta cerrarse la cremallera. No puede. Pide ayuda logística a su madre. Encarnita se mira al espejo. Parece una Pepi revenida.
Sale del probador andando como un pingüino (recordad que los pantalones van por los tobillos). ¡Es monísimo!, se oye, pero a ella no le convence. Mientras tanto su madre le pone alfileres para ajustarle el vestido, porque, por supuesto, es impensable que una talla menos pueda entrarle (al menos para su madre) Se prueba una talla menos y le queda perfecto. Tenía razón. Se regocija en ese momento de felicidad.
Viene la dependienta. ¿Quieres probártelo con unos tacones? La verdad es que los tenis negros con el vestido no van muy bien, por no hablar de los pantalones.
Encarnita se quita los vaqueros y los tenis, pero es casi peor. Hoy lleva los calcetines turquesa con corazones naranjas. ¡Qué desastre! Mejor con los zapatillas.
El otro vestido queda descartado. ¡400 euros para un rato! Mejor se aprincesa en casa. Es lo que tiene tener modista a domicilio. ¡Si quieres te pruebas con patucos!
Con la idea de un vestido largo con la espalda al aire en mente, Encarnita pone rumbo a la Cañada para buscar la preciada prenda. Después de ver 200 mil millones de tiendas recala en la última esperanza. Tiene pinta de cara, pero bueno... Por probarte no te cobran.
Entre bambulas, pedrerías y gasas Encarnita busca su vestido. No le gusta ninguno. Al final decide darle una oportunidad a dos.
En el probador, Encarnita se mete el vestido por la cabeza, se baja los pantalones hasta los tobillos e intenta cerrarse la cremallera. No puede. Pide ayuda logística a su madre. Encarnita se mira al espejo. Parece una Pepi revenida.
Sale del probador andando como un pingüino (recordad que los pantalones van por los tobillos). ¡Es monísimo!, se oye, pero a ella no le convence. Mientras tanto su madre le pone alfileres para ajustarle el vestido, porque, por supuesto, es impensable que una talla menos pueda entrarle (al menos para su madre) Se prueba una talla menos y le queda perfecto. Tenía razón. Se regocija en ese momento de felicidad.
Viene la dependienta. ¿Quieres probártelo con unos tacones? La verdad es que los tenis negros con el vestido no van muy bien, por no hablar de los pantalones.
Encarnita se quita los vaqueros y los tenis, pero es casi peor. Hoy lleva los calcetines turquesa con corazones naranjas. ¡Qué desastre! Mejor con los zapatillas.
El otro vestido queda descartado. ¡400 euros para un rato! Mejor se aprincesa en casa. Es lo que tiene tener modista a domicilio. ¡Si quieres te pruebas con patucos!
23 septiembre 2008
Hostilidad comercial. Manual de desatención al cliente.
Algunos comerciantes de la localidad parece que han invertido horas y horas de su tiempo libre en la realización de un Master en Hostilidad Comercial. Seguro que más de uno tiene mil ejemplos para ilustrar esta teoría. Yo voy a exponer mis experiencias vitales al respecto.
Cierta mañana de sábado se me ocurrió entrar a una papelería a pedir un cuaderno Moleskine de viaje. Así dicho puede parecer algo complicado, pero en el establecimiento tenían un expositor de esta marca, por lo que albergaba la esperanza de comprar la ansiada libretilla. Como no la encontraba le pregunté a la dependienta que me miró con el ceño fruncido y el cuello "engurruñido" entre los hombros mientras negaba insistentemente con la cabeza haciendo un chasquido con su lengua como si le estuviera pidiendo un pliego de papel wasi, unos clips de titanio forjados en los fuegos de Mordor o una pluma de avestruz oriental. Al final, como imaginaréis, me quedé sin la libreta.
Conclusión: Tendré que ir a la FNAC a por ella.
Pues bien, días después, fruto de mi despiste habitual, no sabía si el recibo del teléfono estaba pagado o no, así que me dirigí al banco en el que lo pago habitualmente para hacer una estúpida pregunta: ¿está abonado este recibo? La cajera,una cuarentona con rubio Mercadona número 5, coge mi papelito como si estuviera huntado en mierda, lo mira de lejos y me dice amablemente (nótese la ironía) "yo no sé las cuentas de Telefónica. Llámalos a ellos".
Obnubilada por tanta amabilidad, y sintiéndome realmente estúpida por hacer una consulta tan descabellada como esa, cogí mi papelito y me fui a casa a averiguar por mi cuenta si era o no morosa.
Pero como el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra pues volví a la misma entidad a pagar otro recibo. Estando en la cola la ví y crucé los dedos para que no me tocara con ella. Pero.... Caprichos del destino, ahí estaba yo otra vez delante de la ventanilla de la rubia artificial. De nuevo cogió mis papeles como si estuvieran contaminados con antrax, hizo sus cálculos a mala gana y pretendía cobrarme el doble. ¡¡¡Válgame!!! ¡Tuvo que rectificar! ¡Le hice perder cinco minutos de su valiosísisisismo tiempo! La verdad es que me gustó verle la cara de fastidio, para que lo vamos a negar.
Conclusión: De ahora en adelante lo domiciliaré todo, por su puesto, en otro banco.
Finalmente, una mañana mañanera de viernes, a las 08:30 me dispuse a comprar un croissant calentito para desayunar. Entré en el negocio y vi la nevera repleta de bollería de todo tipo así que llamé al timbrecito, salió una mini mujer de la retaguardia y le dije: "Buenos días, quería un croissant. ?Lo tienes calentito?" LA respuesta fue "¡Hombre, es que esos no te los voy a vender!" Mi cara debió de ser un poema porque me dijo, con la misma mala pipa, "es que esos son de ayer. Si quieres te esperas dos minutos a que salgan los nuevos".
Se ve que lo que tenía calentito la moza no eran los croissant.
En fin. Estos son tan solo algunos ejemplos que se pueden encontrar en las calles de Estepona. Por suerte, también hay quién trata al cliente como se debe. Tampoco se pide que te hagan reverencias constantes. Una se conforma con que le devuelvan los buenos días de vez en cuando.
Cierta mañana de sábado se me ocurrió entrar a una papelería a pedir un cuaderno Moleskine de viaje. Así dicho puede parecer algo complicado, pero en el establecimiento tenían un expositor de esta marca, por lo que albergaba la esperanza de comprar la ansiada libretilla. Como no la encontraba le pregunté a la dependienta que me miró con el ceño fruncido y el cuello "engurruñido" entre los hombros mientras negaba insistentemente con la cabeza haciendo un chasquido con su lengua como si le estuviera pidiendo un pliego de papel wasi, unos clips de titanio forjados en los fuegos de Mordor o una pluma de avestruz oriental. Al final, como imaginaréis, me quedé sin la libreta.
Conclusión: Tendré que ir a la FNAC a por ella.
Pues bien, días después, fruto de mi despiste habitual, no sabía si el recibo del teléfono estaba pagado o no, así que me dirigí al banco en el que lo pago habitualmente para hacer una estúpida pregunta: ¿está abonado este recibo? La cajera,una cuarentona con rubio Mercadona número 5, coge mi papelito como si estuviera huntado en mierda, lo mira de lejos y me dice amablemente (nótese la ironía) "yo no sé las cuentas de Telefónica. Llámalos a ellos".
Obnubilada por tanta amabilidad, y sintiéndome realmente estúpida por hacer una consulta tan descabellada como esa, cogí mi papelito y me fui a casa a averiguar por mi cuenta si era o no morosa.
Pero como el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra pues volví a la misma entidad a pagar otro recibo. Estando en la cola la ví y crucé los dedos para que no me tocara con ella. Pero.... Caprichos del destino, ahí estaba yo otra vez delante de la ventanilla de la rubia artificial. De nuevo cogió mis papeles como si estuvieran contaminados con antrax, hizo sus cálculos a mala gana y pretendía cobrarme el doble. ¡¡¡Válgame!!! ¡Tuvo que rectificar! ¡Le hice perder cinco minutos de su valiosísisisismo tiempo! La verdad es que me gustó verle la cara de fastidio, para que lo vamos a negar.
Conclusión: De ahora en adelante lo domiciliaré todo, por su puesto, en otro banco.
Finalmente, una mañana mañanera de viernes, a las 08:30 me dispuse a comprar un croissant calentito para desayunar. Entré en el negocio y vi la nevera repleta de bollería de todo tipo así que llamé al timbrecito, salió una mini mujer de la retaguardia y le dije: "Buenos días, quería un croissant. ?Lo tienes calentito?" LA respuesta fue "¡Hombre, es que esos no te los voy a vender!" Mi cara debió de ser un poema porque me dijo, con la misma mala pipa, "es que esos son de ayer. Si quieres te esperas dos minutos a que salgan los nuevos".
Se ve que lo que tenía calentito la moza no eran los croissant.
En fin. Estos son tan solo algunos ejemplos que se pueden encontrar en las calles de Estepona. Por suerte, también hay quién trata al cliente como se debe. Tampoco se pide que te hagan reverencias constantes. Una se conforma con que le devuelvan los buenos días de vez en cuando.
30 junio 2008
¡¡Spain is different!!
Ni la crisis económica, ni la guerra de Irak, ni la subida de impuestos... Ni siquiera la detención de media corporación municipal ni la Virgen del Carmen han conseguido sacar a tanta gente a las calles de Estepona como la selección española.
De la noche a la mañana hemos pasado de llamar facha al que lucía una bandera de España a competir por ver quién la tiene más grande (como suele pasar en otros ámbitos en este país).
Todo valía en la noche del 29 de junio para demostrar que eras más español que tu vecino. Los padres se olvidaban de la psicosis de las sillas adaptadas para los pequeños, de los airbag y de los cinturones de seguridad para sacar a sus hijos por las ventanillas de los coches enarbolando la insignia nacional.
Familias enteras se subieron al remolque de los camiones para recorrer el municipio al grito de "¡Viva España!" con las caras pintadas con los colores de la bandera y tarareando la inexistente letra de nuestro himno.
¡Qué momentazo! Más de uno seguro que tenía hasta los pelos del bigote de punta. A lo mejor en el PP se plantean incorporar a Luis Aragonés al nuevo equipo de gobierno de Rajoy. Al fin y al cabo, ha conseguido unir a toda España para ensalzar el orgullo patrio. Orgullo voluble, eso sí. En unos días hemos pasado de casi pedir la eutanasia para Luis Aragonés a ensalzarlo como la máxima autoridad nacional. Que si es un sabio, que si es el mejor...
Además, nos hemos olvidado de Raúl, de lo senil que estaba Aragonés, de que los jugadores no sienten los colores, de lo mal que nos caía nuestro vecino.... Todo eran abrazos de hermanamiento, muestras de cariño, charlas amigables con desconocidos...
Sin lugar a dudas, Spain is different
De la noche a la mañana hemos pasado de llamar facha al que lucía una bandera de España a competir por ver quién la tiene más grande (como suele pasar en otros ámbitos en este país).
Todo valía en la noche del 29 de junio para demostrar que eras más español que tu vecino. Los padres se olvidaban de la psicosis de las sillas adaptadas para los pequeños, de los airbag y de los cinturones de seguridad para sacar a sus hijos por las ventanillas de los coches enarbolando la insignia nacional.
Familias enteras se subieron al remolque de los camiones para recorrer el municipio al grito de "¡Viva España!" con las caras pintadas con los colores de la bandera y tarareando la inexistente letra de nuestro himno.
¡Qué momentazo! Más de uno seguro que tenía hasta los pelos del bigote de punta. A lo mejor en el PP se plantean incorporar a Luis Aragonés al nuevo equipo de gobierno de Rajoy. Al fin y al cabo, ha conseguido unir a toda España para ensalzar el orgullo patrio. Orgullo voluble, eso sí. En unos días hemos pasado de casi pedir la eutanasia para Luis Aragonés a ensalzarlo como la máxima autoridad nacional. Que si es un sabio, que si es el mejor...
Además, nos hemos olvidado de Raúl, de lo senil que estaba Aragonés, de que los jugadores no sienten los colores, de lo mal que nos caía nuestro vecino.... Todo eran abrazos de hermanamiento, muestras de cariño, charlas amigables con desconocidos...
Sin lugar a dudas, Spain is different